martes, 27 de junio de 2017

Abuelitas random

Hace unos días que no publico nada, una sincera disculpa para los pocos que me leen. Resulta que mi esposo y yo coincidimos esta semana en turnos y hemos tratado de irnos juntos casi todos los días; así que por lo general termino saliendo algo tarde de casa.

Hoy les voy a contar algo que me sucedió hace unos días saliendo del trabajo. Como ya todos saben generalmente uso el servicio público de transporte para llegar a donde sea que tenga que ir (llámese metro y ecovia). Bien, como siempre las filas interminables en la estación de mitras para tomar el ecovia y el apretujar al subir al camión ya que aún y cuando no cabe ni un alma más se las ingenian para seguir empujando hasta que casi dos cuerpos ocupen el mismo espacio.

Han de saber que ya tengo varios días en los que no llevo bolso o mochila al trabajo; intento llevar todas mis pertenencias en los bolsillos del pantalón (diría sweater pero acá hace un calor infernal). Cuando de repente siento que discretamente, casi con miedo y cautela alguien mete poco a poco los dedos al bolsillo de mi pantalón tratando de sacar mi monedero, volteo discretamente para tratar de encontrar al dueño de esos dedos preparándome para tirar golpes y empujones a diestra y siniestra aún y con el poco espacio, para mi sorpresa la dueña de esos dedos era una abuelita pasita, de esas señoras grandes de edad con zurcos en vez de arrugas y el pelo blanco opaco.

No sé si fue la impresión, la lástima o la tristeza infinita que me invadió al ver sus torpes intentos de bolsearme que solo pude murmurarle; saque su mano de mi pantalón y bájese o la bajo yo. La abuela al verse sorprendida en vez de indignarse, sentirse apena o que sé yo, solo me mira fijamente con un odio tan profundo y tan visceral que nunca había visto en mi vida. Sin quitarme la mirada saca lentamente su mano de mi pantalón, espera a la siguiente estación y se baja caminando trabajosamente haciéndose espacio entre el gentío para poder pasar.

La vi alejarse y solo pude sentir tristeza por ella, por tener a su edad que robar, por la situación económica del país; por todas esas abuelitas pasitas que no pueden disfrutar su vejez y tienen que salir a sacar para el sustento diario de la forma que sea arriesgándose a que a toparse con alguien con menos escrúpulos que yo y que las empujen o golpeen.

Y pues bueno, eso es lo que les quería compartir el día de hoy. Cuiden a sus abuelitos pasitas; que nunca anden solos en la calle que el mundo al menos aquí en mi ciudad ya no es lo que era.

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