lunes, 12 de diciembre de 2016

Nuestra propia enemiga

En estos ultimos días me he mantenido ocupada, estoy excesivamente retrasada con los regalos de navidad; tengo 4 sobrinas y 3 de ellas todavía están en edad de recibir regalos. Siempre les regalo cosas tejidas y este año tocan mantas. Así que ando sumamente atrasada tejiendo como loca.

Entre todas las horas tejiendo he estado pensando en unas cosas que han sucedido a mi alrededor y en como se han desmoronado algunas maneras y modales con el paso de los años. Por ejemplo hace una semana o dos, sali con mi hija a la tienda. Si bien es cierto que mi chaparra traia un short corto, yo la iba acompañando por lo mismo, queriendo evitarle una situación con cualquier chamaco y ni siquiera habíamos salido de la colonia. La situación fue que casi regresando a casa desde un carro que estaba detenido esperando el verde del semáforo, un montón de chamacas empezaron a gritarle a mi hija, cosas inapropiadas, acerca de sus piernas y su cuerpo. Mi hija tiene 11 años y un grupo de chicas creyendose a salvo arriba de un carro la hicieron sentir mal con ella misma y avergonzada. Claro que me enoje, le di a mi hija las compras y me acerque al carro; para mi sorpresa una mujer adulta iba manejando el carro con un puñado de chicas que se veían de secundaria o preparatoria. Por supuesto que les pregunte que si se sentían valientes por gritarle a una niña de 11 y mostre mi desilusión por la adulta que no las controlaba o hacia algo para evitar esa situación y que si le parecia gracioso que se burlaran de una niña. Su defensa? Yo no me estoy burlando, esas fueron sus únicas palabras.

Hasta donde hemos llegado que los adultos alientan la burla, el pandillerismo, la agresión y la humillación hacia una persona. No me malinterpreten, yo también fui chamaca. Si, hice muchas tonteras, pero jamas me escondí detrás de una bolita para hacer algo. Lo mas lamentable de todo es que eran chamacas; no hombres, no varoncitos, no niños. Fueron un puñado de niñas, niñas educadas por un puñado de adultas que no les enseñan lo básico de las conductas sociales, de moralidad y decencia. Y si, da pena y vergüenza, por que en todos lados se escuchan consignas feministas acerca de como el "patriarcado" y la "opresión social" les impide a las jóvenes a sentirse seguras en las calles. Lastimeramente nosotras mismas seguimos siendo nuestro peor enemigo, por que simplemente es divertido.

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